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Plenas

El tocino de Plenas (historia de un tocino que resucitó)

Atención pido señores
que les voy a relatar,
lo que me contó un tocino
después de resucitar.

Es una curiosa historia
triste pero verdadera,
para que nadie se fíe
de la camisa que lleva.

Aun no tenía tres meses
y a la venta me llevaron
y por fortuna caí
en casa de un hortelano.

Al poco de estar allí
oí en la calle un silbato,
entró mi amo y un señor
que me capó en poco rato.

Se m’echaron los dolores
y un fantoche esquilador,
con la tijera en la mano
media oreja me cortó.

La oreja se la comieron
los chicos para almorzar
y a mi m’echaban patatas
menudas y sin pelar.

Cuando llegó el mes de Octubre
mi dueño se preparó,
de bellotas y panizo
pa que m’engordara yo.

Me terminé las bellotas
y el panizo principié,
como eran tan nutritivos
enseguida m’engordé.

Llegamos a Navidad
y en vista de mi gordura,
no hacían mas que tratar
de hacerme la sepultura.

Cierto día por la tarde
ya me vinieron a ver,
pero a mí no me dijeron
lo que me iba a suceder.

A la mañana siguiente
cuando vinieron a abrir,
allí estaba esperando
el cruel del matachín.

En una mano llevaba
un gancho fenomenal,
en la otra estral y cuchillos
y la lorza de pelar.

Al ver tantas herramientas
a temblar me puse yo
y aunque perdón les pedía
para mí como si no.

Me cogieron con el gancho
y m’echaron a un tablero,
me clavaron el cuchillo
y fué mi día postrero.

Allí entregué toda sangre
que yo en mi cuerpo tenía
y en menos de dos minutos
también entregué mi vida.

La sangre la recogía
una mujer mondonguera,
con los brazos remangados
en una enorme cazuela.

Después que la recogió
se la llevó para arriba,
para preparar la pasta
de las bolas y morcillas.

Aquel día fue de gozo
para toda la familia,
estuvieron todo el día
con la sartén prevenida.

Los trozos que de mi hicieron
y que salaron primero,
los pusieron a secar
en el techo del granero.

Pero allá a los quince días
mi joreo no fue en vano,
porque hicieron la conserva
para comer en verano.

Los lomos y las costillas
las longanizas también,
los metieron en tinajas
requies cant in pace amén.

Canción que cantaban los mozos en las bodegas.

1 comentario

Jordan Trunner -

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